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Rotura del Ligamento Cruzado
Posterior de la Rodilla.

¿Qué es el Ligamento Cruzado Posterior
de la Rodilla?

El ligamento cruzado posterior de la rodilla es un estabilizador primario de la rodilla, probablemente el ligamento más fuerte de la rodilla.

Ante una lesión del ligamento cruzado posterior de la rodilla hay que sospechar que otros ligamentos u otras partes de la rodilla también pueden resultar lesionados debido al gran impacto o traumatismo con el que suele romperse éste.

Como el ligamento cruzado anterior y los ligamentos colaterales de la rodilla, este ligamento une a la tibia con el fémur. Discurre entre la cara posterior de la tibia, posterior a la eminencia intercondílea tibial, y la parte lateral (interior) del cóndilo femoral interno en la escotadura intercondílea, donde se inserta en un área con forma de semiluna. Tiene dos fascículos principales, uno anterolateral, que es el más grueso, y otro posteromedial.

El Ligamento Cruzado Posterior es un estabilizador primario de la rodilla, probablemente el ligamento más fuerte de la rodilla, y su función es limitar la translación posterior de la tibia con respecto al fémur. Además limita la rotación externa tibial y conjuntamente, con el ligamento cruzado anterior, son restrictores secundarios contra las fuerzas que desplazan la rodilla en valgo o varo, hacia adentro o hacia fuera. Estas funciones son más importantes con la rodilla en flexión.

El nombre deriva porque la visión frontal de ambos ligamentos en la rodilla, da una imagen de X.

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¿Cómo se lesiona o rompe el ligamento cruzado posterior de la rodilla?

La lesión de ligamento cruzado posterior puede producirse por un traumatismo directo en la parte anterior de la tibia, como sucede, por ejemplo, en un accidente de tráfico al golpear la rodilla doblada contra el salpicadero del coche, o por un placaje frontal en el rugby o, más raramente, por una patada en algún deporte de contacto, estando la rodilla en extensión, lo que provoca que esta se doble hacia atrás o haga una deformidad hacia atrás (“recurvatum”) forzado, dañando la cápsula posterior y el Ligamento Cruzado Posterior.

Cuando la causa es un traumatismo de alta energía la lesión se asocia a lesiones más graves, fracturas de huesos largos, de la pelvis o a lesiones del complejo postero-externo o de otras estructuras de la rodilla.

En los atletas, la causa más frecuente de rotura del ligamento cruzado posterior de la rodilla son las caídas sobre la rodilla doblada, mecanismo de hiperflexión, y con el pie en flexión plantar forzada o por una rotación extrema asociada a valgo o varo.

Cuando el ligamento cruzado posterior sufre una lesión, el traumatismo suele ser de tanta energía que hay que sospechar que otros ligamentos u otras partes de la rodilla también pueden resultar lesionados, como el otro cruzado o la cápsula posterior de la rodilla.

Síntomas de la lesión del ligamento cruzado posterior.

Si el ligamento cruzado posterior de la rodilla se lesiona el paciente puede presentar una hinchazón (hemartros o derrame de sangre dentro de la articulación) o dolor súbito en la parte posterior de la rodilla. Es posible que el paciente note un crujido o chasquido tras la lesión, el traumatismo o el movimiento forzado. El deportista no puede reanudar el ejercicio tras la lesión, al menos en las fases agudas.

Posteriormente la rodilla afectada por una lesión deportiva / traumatológica del ligemento cruzado posterior puede volverse inestable, especialmente durante el ejercicio, aunque algunos pacientes, como en el caso de las roturas del LCA conviven con una rotura del LCP y se adaptan a ellas, aunque están limitados para ciertos deportes o ciertas actividades.

En la exploración, siempre comparando con la otra rodilla para ganar fiabilidad, se aprecian signos de inestabilidad.

En el test del cajón posterior (con la rodilla flexionada y el pie bloqueado por el explorador), al empujar la tibia hacia atrás no hay un tope claro.

En el “test de Lachman” puede existir una diferencia comparativa con respecto a la otra, con ausencia de un tope posterior claro. Puede existir una deformidad asociada en recurvatum (concavidad hacía atrás), la rodilla hace un arco hacia atrás, si la cápsula posterior ha quedado dañada.

La exploración y la historia clínica nos darán la orientación diagnóstica. El mecanismo de lesión deportiva / traumatológica, el derrame, el dolor, la impotencia para caminar, la inestabilidad de la rodilla y la limitación nos permitirán sospechar la lesión.

El test de Lachman, buscando el tope posterior, el cajón posterior o el test de “pivot shift” invertido, buscando el resalte que hace la tibia al reducirse anterior son característicos de esta lesión. En las formas crónicas puede apreciarse el test de relajación (Godfrey) y contracción del cuádriceps. En 90º con la rodilla relajada se aprecia una caída posterior de la rodilla, al contraer el cuádriceps se recoloca la tibia anterior y se corrige la concavidad.

Si hay lesiones asociadas del complejo postero-externo se apreciará una desviación superior a 10º-15º en la rotación externa a 30º y 90º de flexión, pero como la exploración no siempre es fácil con frecuencia se ha de solicitar alguna exploración complementaria.

Es conveniente realizar una RMN de la rodilla para valorar el alcance de la lesión del ligamento cruzado posterior de la rodilla y/o de estructuras vecinas como los meniscos o el LCA.

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Ligamento Cruzado Posterior sano. Imagen de RMN

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Concavidad y caída de la tibia con respecto al lado contrario por insuficiencia del Ligamento Cruzado Posterior.

Tratamiento del ligamento cruzado posterior de la rodilla.

En la mayoría de los casos, el tratamiento de la lesión del ligamento Cruzado posterior de la rodilla es conservador. Se puede mantener un apoyo parcial y una inmovilización durante unas semanas, seguido de un protocolo de rehabilitación. Al cabo de 4-8 semanas se verá el grado de incompetencia e inestabilidad de la rodilla.

Las roturas aisladas del ligamento cruzado posterior de la rodilla se suelen intervenir si persiste una marcada inestabilidad o en deportistas de alto nivel. En los casos con lesiones asociadas del ligamento cruzado anterior u otras estructuras de la rodilla está indicada la cirugía. Se suele realizar una plastia ya sea a base de parte del tendón rotuliano del paciente o mediante aloinjerto de cadáver, del tendón rotuliano o del tendón de Aquiles. Se realiza mediante artroscopia de rodilla.

Tras la cirugía el tiempo promedio para la reincorporación laboral varía, dependiendo del tipo de trabajo entre 2 semanas y 2 meses, y para la actividad deportiva de contacto por encima de los 6 meses, como en el LCA.

IR A:

 Lesiones de los meniscos

 Lesiones del cartílago

 Lesiones de los ligamentos colaterales de la rodilla

 Lesiones del ligamento cruzado posterior de la rodilla

 Síndrome de la rodilla del saltador

 Síndrome de la rodilla del corredor

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  Traumatología

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