DEPORTISTA Y MARATONIANO

DR. VILLANUEVA

Además de Traumatólogo,soy deportista y maratoniano.

En mi currículum hay méritos únicos de los que me encuentro muy satisfecho y que son un motivo de orgullo pero también de responsabilidad, como ser el primer español premiado por la Academia Americana de Cirujanos Ortopédicos de EEUU (actualmente tetrapremiado), pero, como amante del deporte, lo que más me importa es que mis pacientes sepan que yo soy también uno de ellos.

Todo empezó a los 16 años, cuando mi querido primo, Miguel Ángel Robles Martínez, me incluyó en su grupo de entrenamiento para opositar al INEF. En ese momento, mientras fortalecía mi cuerpo para la práctica deportiva, tuve la oportunidad de probar los límites de mi amor propio. Aguantar el ritmo de entrenamiento de estos superhombres, aunque fuese, casi siempre, por detrás de ellos, fue un desafío que marcó un antes y un después en mi pasión y dedicación al deporte.

Desde entonces, el deporte ha sido mi compañero inseparable y fiel. Siempre ha estado presente en mi vida: fútbol, atletismo, escalada, espeleo, esquí, artes marciales, boxeo, rugby, montañismo…Soy una afortunado por haber tenido la oportunidad de practicar tantas y variadas disciplinas, como la natación y el ciclismo, que siempre han estado entre mis prioridades deportivas.

De hecho, son dos de los deportes que ahora, en lo que denominan como madurez, practico. He sido siempre más resistente que fuerte, más entusiasta que técnico, lo que ha provocado muchas de mis lesiones, y lo que me permite ahora comprender a mis pacientes y transmitirles cercanía, empatía, cuando me exponen sus problemas y preocupaciones.

Aunque el fútbol ha sido el deporte que más he practicado, los deportistas que más respeto y me han inspirado siempre son los atletas de élite, los ciclistas, los montañeros y los jugadores de rugby profesional. Sin embargo, creo que con nada se puede transmitir tanta pasión como con las carreras y el montañismo. De ahí esa locura maravillosa que se ha desatado por correr y por la montaña.

Estos aspectos, junto con el paso de los años y la dedicación continua al deporte, te sirven para ser algo más que un traumatólogo o un especialista en medicina deportiva.

Soy un traumatólogo deportista, uno de los vuestros. Estoy convencido de que, si un maratoniano es más que un corredor, un traumatólogo deportista es más que un traumatólogo, al menos para un deportista. 

Pese a todos estos privilegios que me ha dado el deporte, viajar ha sido lo más bonito que he hecho en mi vida. Las imágenes que veis en mi web www.mvillanuevam.com son, para mí, iconos de mi vida solo superados por los grandes momentos familiares.  Hasta que nacieron mis dos hijas, la fotografía, el deporte, la medicina y, sobre todo, viajar, a un hospital, a un parque nacional o para correr una maratón junto a otros 40.000 o 50.000 “locos” en Chicago, Berlín, Boston o Nueva York, fueron los ejes de mi vida y mi motivación.

Me siento un privilegiado, por no perder mi entusiasmo pero, sobre todo, por la confianza que mis pacientes depositan en mí.

Es una gran responsabilidad y un auténtico regalo. Os reconozco, además, que soy mitómano, otra fuente de motivación. Mi filosofía, como la de Eric Liddell, de Carros de Fuego, es que explotando los dones recibidos honramos a Dios por ellos (Eric Liddell estableció un record en una prueba que no era la suya, los 400 lisos que tardo 25 años en ser batida, el secreto: la entrega total)…desperdiciarlos o pretender obtener éxitos sin esfuerzo aparente es cínico, como decía Harold Abrahams en la misma película.

Y sobre las montañas, fuente de inspiración, mi frase favorita es la de Anatoli Boukreev: las montañas no son los estadios donde batir mis récords, las montañas son las catedrales donde practicar mi religión.

Dr. Álvaro Iborra, Podólogo

Maratoniano

Hay muchas razones para correr. Casi todas válidas, casi todas personales.
Aunque seguramente los corredores o los deportistas repetiríamos tópicos como: “…la salud, porque me siento bien, porque es mi momento personal, porque me relaja y me permite pensar…”, la diferencia entre cada uno de nosotros puede estar, como siempre en la vida, en los matices, en la elaboración personal de estas grandes razones.

A los 20 años corres porque desbordas salud, porque necesitas explotar tu vitalidad, porque te sientes un privilegiado.

Estas razones cambian con los años. A los 20 años corres porque desbordas salud, porque necesitas explotar tu vitalidad, porque te sientes un privilegiado cuando corres por el borde de la playa, con el agua mojándote los tobillos, sin cansarte, buscando los límites de tus piernas sin sentir dolor o porque así te sientes en comunión con la naturaleza o con las ciudades que habitamos, expresión cursi donde las haya, pero entendible. Corres porque es parte de ti, porque tu naturaleza es expansiva y la velocidad de la vida normal no te alcanza para saciarte. Corres porque en los momentos de euforia liberamos adrenalina, y correr es un momento de euforia, de plenitud.

A los 30 corres para sentirte tú, para reforzar tu autoestima, para mejorar tu salud.

A los 30 corres para sentirte tú, para reforzar tu autoestima, para mejorar tu salud. Así, poco a poco, correr te ayuda a consolidar tu personalidad y a definir un estilo de vida. Valoras el esfuerzo, entiendes que tus facultades son limitadas y que los dones se reparten como quiere el creador, no como nos gustaría.

A los 40 corres para tener salud o para no perderla, para aguantar el ritmo que tus hijos te imponen, para recuperar recuerdos y sensaciones.

A los 40 corres para tener salud o para no perderla, para aguantar el ritmo que tus hijos te imponen, para recuperar recuerdos y sensaciones de ese joven o ese adolescente que ya no volverá, pero cuya sombra nos acompaña hasta el final de nuestra vida.

Yo corro y, además de la sensación de bienestar y de hacer algo mío o algo diferenciador, evoco, mientras corro, pasajes de mi vida, sitios mágicos que he podido visitar o experiencias inolvidables que he tenido. Estos pensamientos se mezclan con otros más sencillos como los problemas en el trabajo, en la familia o los amigos.

Otros días no piensas en nada, sólo en acabar y descansar, pero en el fondo sabes porque corres y que si ese día no tienes la disciplina que hace falta en muchos aspectos de tu vida, como ir al trabajo todos los días desde los 20 a los 70 años, al día siguiente o a la semana siguiente, no podrás disfrutar de los aspectos más elevados de la actividad física, sólo vas a sufrir.

 

Como el melómano elabora sus sensaciones cuando escucha música y capta y siente cosas que otras personas no pueden, como el pintor o quien valora el arte percibe y siente cosas que otros no podemos, el corredor o el deportista puede llegar a elaborar sus sensaciones cuando hace deporte tanto o más. Eso depende, en mi opinión, de tu formación y de tu personalidad, de tu sensibilidad.

Para mi correr es un privilegio, cuyo pago es el sacrificio y el esfuerzo continuado y cuya recompensa es vivir mi vida en otra dimensión y a otra velocidad.

Correr es otra forma de vivir algunas fases de la vida. Puedes ver montañas o subirlas, puedes ver ciudades desde el coche o a pie, puedes ver ríos o bajarlos en canoa, puedes andar por el desierto o verlo, al amanecer, desde un globo aerostático. Para mi correr es un privilegio, cuyo pago es el sacrificio y el esfuerzo continuado y cuya recompensa es vivir mi vida en otra dimensión y a otra velocidad.

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