Lesiones en el Voleibol.
El voleibol es un deporte colectivo muy popular que ha ganado muchos adeptos, en los últimos tiempos, sobre todo en la época estival donde se concentra la práctica de una de sus variantes, el voleiplaya.
En este deporte no hay contacto físico con el contrario pero sí con los propios compañeros.
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La superficie donde se practica suele ser el parquet aunque también, en algunos pabellones o centros deportivos, se practica sobre cemento o en la arena de la playa o playas artificiales.
En este deporte pueden aparecer lesiones en los miembros inferiores, superiores o en la columna.
Dependiendo del lugar donde se practique pueden sobrecargarse, en mayor o menor medida, las rodillas y los tobillos, provocando las temidas tendinitis. El cemento y la arena de la playa se llevan la palma a la hora de provocar lesiones en estas articulaciones, en el primer caso debido a la irregularidad de la superficie y en el segundo caso a la excesiva dureza, que hace resentirse a las articulaciones de carga, con los saltos de repetición o los traumatismos contra dichas superficies. Otra lesión muy frecuente, provocada por caídas en mala posición, son los esguinces de rodilla o de tobillo.
Debido al impacto del balón sobre los dedos de la mano, ya sea en el saque, remates potentes o en los bloqueos, es frecuente la presencia de lesiones o traumatismos en las pequeñas articulaciones de los dedos de las manos.
También la columna puede sufrir de forma importante. Gestos como el picado del balón o el mate, de forma similar a lo que ocurre en el tenis, pueden provocar lumbalgias o dorsalgias debido al arqueamiento excesivo de la columna y a los traumatismos al caer o con los saltos para evitar que el balón toque el suelo. En algunas ocasiones, se puede llegar a producir una inestabilidad de la columna lumbar debido a que se produce un desgaste acentuado de las estructuras posteriores dando lugar al llamado síndrome facetario, que no es exclusivo de este deporte.
Lesiones en el voleibol del miembro superior.
Las lesiones más frecuentes en la extremidad superior en el voleibol son la tendinitis del hombro y del bíceps, debido a los movimientos repetidos por encima de la cabeza que se realizan en este deporte, como ocurre en el saque o en los remates.
Es importante un trabajo de potenciación y adaptación de los músculos más importantes implicados en estos movimientos, de tal manera, que se encuentren bien tonificados para aguantar los requerimientos repetidos de estos movimientos tan extremos.
Otra entidad con relativa frecuencia es la aparición del llamado “hombro del lanzador”.
Durante la realización de un “mate”, de produce una rotación externa del húmero, es decir, produciéndose una separación del brazo del tronco y girando la mano hacia afuera. Esto provoca un aumento de la tensión en la parte anterior del hombro, estresando los ligamentos principales que estabilizan el hombro.
Con el tiempo, esto va a provocar una laxitud progresiva, hasta cierto punto fisiológica o adaptativa, que puede desancadenar una inestabilidad del hombro y que afecte a otros tendones que normalmente no intervienen en el lanzamiento como es el bíceps.
Esta inestabilidad o microinestabilidad están en el origen de muchas tendinitis del bíceps, en jugadores de voleibol o lanzadores, pues al realizar el hombro movimientos en un recorrido más allá del habitual, sobrecargamos otras estructuras que hacen un sobreesfuerzo de estabilización.
Si se trabaja de forma exhaustiva músculos como el pectoral mayor, el subescapular o el dorsal ancho, que van a limitar ese movimiento del hombro hacia fuera, tendremos más protección en el hombro ya que los ligamentos y la cápsula articular no van a sufrir grandes elongaciones y, por tanto, el hombro no desarrollará un cuadro de inestabilidad.
Sin duda y como todos los deportes en los que se juega el balón con las manos, como es el caso del baloncesto, balonmano o voleibol, son muy importantes las lesiones de las pequeñas articulaciones de los dedos.
El gesto típico que provoca la lesión suele ser el golpeo de la pelota directamente contra la punta del dedo, estando éste extendido. Esto va a provocar un traumatismo de la articulación más cercana a la punta del dedo (articulación interfalángica distal) que, si es de una intensidad importante, puede llegar a provocar una fractura o un arrancamiento del tendón extensor del dedo.
La consecuencia es un “dedo en martillo” en el que la punta del mismo se encuentra “caída” o “doblada” respecto a la punta de los demás dedos. Al no haber un tendón en el dorso del dedo que sea competente debido a su arrancamiento, el dedo tiende a la flexión, por acción del músculo flexor que está integro. El dedo está doblado y no se puede mantener recto.
Lesiones en el voleibol del miembro inferior.
El voleibol no se diferencia mucho de otros deportes de salto como puede ser el baloncesto. Como en éste, las tendinitis de la rodilla, tanto del tendón del cuádriceps como del rotuliano, así como las tendinitis del Aquiles o la fascitis plantar son las lesiones más frecuentes. Se suele deber a la frecuencia e intensidad de los saltos, la mayoría de estos en el plano vertical. Como ya hemos comentado con anterioridad, en capítulos específicos de esta web, un trabajo específico de potenciación y trabajo excéntrico de los grupos musculares, ayudarán a prevenir estas lesiones, porque, de producirse, van a constituir un calvario para el deportista, ya que el salto es el componente principal de esta actividad deportiva.
Pero la causa más frecuente de lesiones en las piernas es la lesión de ligamentos, ya sea a nivel de la rodilla o del tobillo. El motivo suele ser la caída en mala posición, tras realizar un salto. En la rodilla, el ligamento que se lesiona con más frecuencia es el lateral interno y, en el caso del tobillo, el ligamento lateral externo.
En función de la intensidad de la lesión, los esguinces se dividen en:
⏩ Esguince grado I: es una distensión ligamentosa. El paciente refiere dolor local a nivel del tobillo o rodilla junto a una ligera inflamación. Si se produce durante la práctica deportiva, se puede incorporar al juego de nuevo y acabar el partido.
⏩ Esguince grado II: Suele haber rotura parcial del ligamento. Se puede apreciar un derrame en el borde externo de tobillo y pie, junto a dificultad para caminar. Momentáneamente, el deportista, se puede incorporar al partido, para abandonarlo minutos después debido al dolor.
⏩ Esguince grado III: es el más grave. Se lesiona la totalidad del ligamento del tobillo. Se suele percibir un crujido en el tobillo al que sigue la rápida aparición del hematoma. Es frecuente que el dolor al inicio sea muy importante. Se debe inmovilizar durante varios días hasta que la inflamación haya cedido, aplicar frío local y tomar antinflamatorios. La rehabilitación debe comenzarse de forma precoz para evitar rigideces articulares y atrofias musculares. La reincorporación deportiva se producirá a partir de las 3-4 semanas.
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